En nuestra vuelta por Asia, hemos pasado tres dias en Singapur, una ciudad que es a la vez un minúsculo país.
Cuando veníamos por la carretera que va desde el aeropuerto al centro y pasamos por la zona de rascacielos y centros comerciales, nos parecía estar en cualquier otra ciudad del mundo: edificios modernos, gruas construyendo por todos lados, 7 eleven, Mcdonalds..., pero una vez que empezamos a recorrer a pie las calles fue cuando encontramos lugares distintos. Uno de los días estuvimos paseando por Little India y visitando algunos de sus templos. Nos sirvió además para ver de manera un poco ¨light¨ lo que nos espera en la India.
Otro de los días nos fuimos a una isla pequeña llamada Sentosa que es una especie de resort con tiendas, campo de golf, hoteles y algunas playas para bañarse aunque la vista no sea muy bonita (decenas de cargueros en el horizonte y hasta una refinería).
Singapur también tiene algún que otro edificio antiguo (pocos), enormes parques y el Merlion, algo así como el símbolo de la ciudad, un ser mitológico mitad león mitad pez.
Muchas muchas gracias a Sacha por alojarnos en su casa y habernos ayudado a seguir manteniendo nuestro presupuesto. Gracias también a su amiga Yan (esperamos haberlo escrito bien), por hacer de guía y, junto con Sacha, enseñarnos el East Coast, donde tomamos uno de los mejores Laksa que hemos comido, y por darnos a probar durian, una fruta con un sabor interesante.
Después de estos 3 días en una gran ciudad, nos espera un mes en Bali. Algo totalmente distinto.
jueves, 30 de abril de 2009
domingo, 26 de abril de 2009
Sayonara Japon
Y terminamos nuestro periplo por Japón después de casi un mes que, otra vez, se nos ha vuelto a quedar en nada.
Después de Kyoto seguimos hacia el sur en tren. Primera parada Kobe donde por supuesto degustamos su famosa ternera. Todavía se nos hace la boca agua al recordarlo, mmmm. De verdad que es tan buena como dicen.
Los últimos días los pasamos en Miyajima, que es una isla cerca de Hiroshima. Queriamos ver su famosa Torii flotante así que decidimos pasar la noche en la isla. Miyajima tiene además varios templos. En uno de ellos se pueden encontrar pequeños budas por todos los rincones y todos con distintas caras. Al anochecer salimos para ver la Torii con marea alta. Fue muy bonito porque el paseo que conduce a ella estaba todo iluminado con farolillos, los ciervos dormían (aquí también hay muchos como en Nara), y casi no había nadie.
A la mañana siguiente nos fuimos a pasar el día a Hiroshima. Nos gustó la ciudad, con sus tranvías y sus avenidas, y por supuesto visitamos el parque de la paz, el museo y el Dome, que es el edificio en el que cayó la bomba atómica. La verdad es que no sabemos como explicaros lo que sentimos al estar allí, ni la impresión que te deja el visitar el museo y conocer más de cerca los daños causados por un arma como esa. Es muy muy triste. Sólo esperamos que la gente nunca se olvide de todo el sufrimiento que se produjo, que se aprenda de la experiencia y que no se vuelva a repetir nunca una cosa así. Lo que también es impresionante es ver como la ciudad se ha sobrepuesto a ello y hoy en día es un ciudad bonita y alegre.
Nos ha gustado muchísimo Japón y esperamos volver algún día. Desde aquí queremos dar las gracias a Shunji Tsuchiya, Carolina Madrid y Maria Simon que nos ayudaron a planificar esta parte contándonos sus experiencias.
Después de Kyoto seguimos hacia el sur en tren. Primera parada Kobe donde por supuesto degustamos su famosa ternera. Todavía se nos hace la boca agua al recordarlo, mmmm. De verdad que es tan buena como dicen.
Los últimos días los pasamos en Miyajima, que es una isla cerca de Hiroshima. Queriamos ver su famosa Torii flotante así que decidimos pasar la noche en la isla. Miyajima tiene además varios templos. En uno de ellos se pueden encontrar pequeños budas por todos los rincones y todos con distintas caras. Al anochecer salimos para ver la Torii con marea alta. Fue muy bonito porque el paseo que conduce a ella estaba todo iluminado con farolillos, los ciervos dormían (aquí también hay muchos como en Nara), y casi no había nadie.
A la mañana siguiente nos fuimos a pasar el día a Hiroshima. Nos gustó la ciudad, con sus tranvías y sus avenidas, y por supuesto visitamos el parque de la paz, el museo y el Dome, que es el edificio en el que cayó la bomba atómica. La verdad es que no sabemos como explicaros lo que sentimos al estar allí, ni la impresión que te deja el visitar el museo y conocer más de cerca los daños causados por un arma como esa. Es muy muy triste. Sólo esperamos que la gente nunca se olvide de todo el sufrimiento que se produjo, que se aprenda de la experiencia y que no se vuelva a repetir nunca una cosa así. Lo que también es impresionante es ver como la ciudad se ha sobrepuesto a ello y hoy en día es un ciudad bonita y alegre.
Nos ha gustado muchísimo Japón y esperamos volver algún día. Desde aquí queremos dar las gracias a Shunji Tsuchiya, Carolina Madrid y Maria Simon que nos ayudaron a planificar esta parte contándonos sus experiencias.
jueves, 16 de abril de 2009
Kyoto con los cerezos en flor
Si Tokyo es la urbe por excelencia, Kyoto es la ciudad de los templos y del Japón antiguo.
Estamos en Sakura o lo que es lo mismo, la época de los cerezos en flor. Una de las más bonitas para visitar Japón. Kyoto está precioso, hay cerezos por todos los rincones de la ciudad y los japoneses se echan a la calle para verlos y fotografiarlos.
Los parques se llenan de gente para disfrutar lo que llaman el Hanami; se sientan bajo los cerezos y comen y beben mientras los contemplan. También es normal cruzarse con mujeres vestidas con kimono por las calles y los parques haciéndose fotos. De postal! Cuando sopla el viento y caen los pétalos de las flores, parece como si estuviera nevando.
Hay dos lugares que nos han parecido especialmente bonitos para contemplarlos: el paseo de la filosofía, un canal bordeado de estos árboles al lado de las montañas y salpicado de templos, y una de las calles de Gion (Shirakawa Minami dori) donde además de cerezos se puede ver alguna que otra geisha por la ventana de las casas de te.
Hemos tenido muchísima suerte ya que sólo durante unos días los jardines de algunos castillos y parques se iluminan por la noche para que se pueda contemplar el espectáculo del sakura. Los jardines de los castillos de Nijo y de Himeji parecían de cuento, sobre todo este último que es impresionante.
Desde Kyoto se pueden hacer visitas en el día a los alrededores. Uno de los días fuimos al ver el bosque de bambú de Arashiyama, otro nos fuimos a Inari a ver el famoso camino de toriis rojas, pero sin duda Nara ha sido de lo mejor.
Nara esta lleno de ciervos y de templos. Hay uno enorme, el Todai-ji (según dicen es el edificio de madera más grande del mundo) que contiene un buda gigantesco. Lo más gracioso es que detrás del buda hay una columna de madera con un agujero en la base que es del tamaño de los orificios nasales del buda. Quien pase por el agujero tendrá suerte, así que por si acaso, nosotros también lo intentamos.
Otros de los templos de Nara están metidos en el bosque. Los caminos se encuentran llenos de faroles de piedra y de muchos ciervos que se acercan para que les des de comer. Aquí llegamos justo al atardecer, cuando las hordas de turistas japoneses ya se marchaban. Fue un gran momento para disfrutar del silencio y de la paz que se respira en un sitio así. Esta sensación de tranquilidad se puede experimentar en cada uno de los pequeños jardines japoneses que están diseminados por toda la ciudad. Todo muy zen.
Estamos en Sakura o lo que es lo mismo, la época de los cerezos en flor. Una de las más bonitas para visitar Japón. Kyoto está precioso, hay cerezos por todos los rincones de la ciudad y los japoneses se echan a la calle para verlos y fotografiarlos.
Los parques se llenan de gente para disfrutar lo que llaman el Hanami; se sientan bajo los cerezos y comen y beben mientras los contemplan. También es normal cruzarse con mujeres vestidas con kimono por las calles y los parques haciéndose fotos. De postal! Cuando sopla el viento y caen los pétalos de las flores, parece como si estuviera nevando.
Hay dos lugares que nos han parecido especialmente bonitos para contemplarlos: el paseo de la filosofía, un canal bordeado de estos árboles al lado de las montañas y salpicado de templos, y una de las calles de Gion (Shirakawa Minami dori) donde además de cerezos se puede ver alguna que otra geisha por la ventana de las casas de te.
Hemos tenido muchísima suerte ya que sólo durante unos días los jardines de algunos castillos y parques se iluminan por la noche para que se pueda contemplar el espectáculo del sakura. Los jardines de los castillos de Nijo y de Himeji parecían de cuento, sobre todo este último que es impresionante.
Desde Kyoto se pueden hacer visitas en el día a los alrededores. Uno de los días fuimos al ver el bosque de bambú de Arashiyama, otro nos fuimos a Inari a ver el famoso camino de toriis rojas, pero sin duda Nara ha sido de lo mejor.
Nara esta lleno de ciervos y de templos. Hay uno enorme, el Todai-ji (según dicen es el edificio de madera más grande del mundo) que contiene un buda gigantesco. Lo más gracioso es que detrás del buda hay una columna de madera con un agujero en la base que es del tamaño de los orificios nasales del buda. Quien pase por el agujero tendrá suerte, así que por si acaso, nosotros también lo intentamos.
Otros de los templos de Nara están metidos en el bosque. Los caminos se encuentran llenos de faroles de piedra y de muchos ciervos que se acercan para que les des de comer. Aquí llegamos justo al atardecer, cuando las hordas de turistas japoneses ya se marchaban. Fue un gran momento para disfrutar del silencio y de la paz que se respira en un sitio así. Esta sensación de tranquilidad se puede experimentar en cada uno de los pequeños jardines japoneses que están diseminados por toda la ciudad. Todo muy zen.
viernes, 3 de abril de 2009
Tokyo, una nueva cultura
Por fin llegamos a Japon, uno de los destinos mas esperados de todo nuestro viaje. Nunca habiamos estado aqui y teniamos muchisimas ganas de venir.
Tokyo es muy grande, hay publicidad por todas partes y sobre todo mucha gente. La ciudad esta muy muy limpia, apenas hay papeleras por la calle, pero tampoco hacen falta. Ni siquiera en las estaciones de metro ves una colilla por el suelo. Los trenes son puntuales y rapidos y todos parecen ir como programados por su fila. Aqui todo es ordenado y la gente no se cuela cuando espera el tren o el bus.
A pesar de los grandes barrios con los altos edificios, Tokyo tambien tiene espacios abiertos que te permiten descansar un poco del ajetreo de la gran urbe. Nos hemos dado una vuelta por Shibuya, donde vimos al famoso perro de Hachiko y el cruce de peatones mas concurrido del mundo.
Tambien visitamos los jardines del Palacio Imperial, el barrio de Ginza, donde nos cruzamos con varias mujeres vestidas con Kimono, el parque de Ueno donde los japoneses estaban celebrando el Hanami (se ponen a comer debajo de los cerezos en flor), Asakusa y su famoso templo donde ademas unos escolares nos hicieron una entrevista en ingles (segun la profesora estaban emocionados porque nunca antes habian hablado con un extranjero), el parque Yoyogi, y como no, nos hicimos unas fotos con los freaks del puente de Harajuku para despues darnos una vuelta por las tiendas de Takeshita-dori.
En Japon, ir al lavabo se convierte en una experiencia muy curiosa. Los primeros dias saliamos de los aseos riendonos porque habiamos descubierto un nuevo boton o simplemente no sabiamos tirar de la cadena. Aqui los retretes tienen calefaccion, diferentes chorros de agua y hasta un ruido que imita al de la cisterna para que no se oiga nada mientras haces tus cositas.
Luego llega el apartado comida. Hay sitios (muchos) que tienen las muestras de comida de plastico en el escaparate. Eso es facil, solo tienes que senialar. Luego estan los que tienen una maquinita en la que eliges la comida, echas dinero, le das al boton y con el ticket vas a la barra y te dan lo que has elegido. Y por ultimo estan los que entras, te sientas, y sacas la guia de japones porque es lo unico que te va a salvar de pasar hambre. Hemos de decir que estamos comiendo muy bien, variado, rico y barato. La cocina japonesa es mucho mas que el sushi, la tempura y el tepanyaki.
Tokyo es muy grande, hay publicidad por todas partes y sobre todo mucha gente. La ciudad esta muy muy limpia, apenas hay papeleras por la calle, pero tampoco hacen falta. Ni siquiera en las estaciones de metro ves una colilla por el suelo. Los trenes son puntuales y rapidos y todos parecen ir como programados por su fila. Aqui todo es ordenado y la gente no se cuela cuando espera el tren o el bus.
A pesar de los grandes barrios con los altos edificios, Tokyo tambien tiene espacios abiertos que te permiten descansar un poco del ajetreo de la gran urbe. Nos hemos dado una vuelta por Shibuya, donde vimos al famoso perro de Hachiko y el cruce de peatones mas concurrido del mundo.
Tambien visitamos los jardines del Palacio Imperial, el barrio de Ginza, donde nos cruzamos con varias mujeres vestidas con Kimono, el parque de Ueno donde los japoneses estaban celebrando el Hanami (se ponen a comer debajo de los cerezos en flor), Asakusa y su famoso templo donde ademas unos escolares nos hicieron una entrevista en ingles (segun la profesora estaban emocionados porque nunca antes habian hablado con un extranjero), el parque Yoyogi, y como no, nos hicimos unas fotos con los freaks del puente de Harajuku para despues darnos una vuelta por las tiendas de Takeshita-dori.
En Japon, ir al lavabo se convierte en una experiencia muy curiosa. Los primeros dias saliamos de los aseos riendonos porque habiamos descubierto un nuevo boton o simplemente no sabiamos tirar de la cadena. Aqui los retretes tienen calefaccion, diferentes chorros de agua y hasta un ruido que imita al de la cisterna para que no se oiga nada mientras haces tus cositas.
Luego llega el apartado comida. Hay sitios (muchos) que tienen las muestras de comida de plastico en el escaparate. Eso es facil, solo tienes que senialar. Luego estan los que tienen una maquinita en la que eliges la comida, echas dinero, le das al boton y con el ticket vas a la barra y te dan lo que has elegido. Y por ultimo estan los que entras, te sientas, y sacas la guia de japones porque es lo unico que te va a salvar de pasar hambre. Hemos de decir que estamos comiendo muy bien, variado, rico y barato. La cocina japonesa es mucho mas que el sushi, la tempura y el tepanyaki.
Tambien nos hemos dado un par de vueltas por los alrededores de Tokyo. Un dia fuimos a Nikko, donde visitamos sus famosos templos, pero lo mejor sin duda fue la visita a un onsen (banio de aguas termales) en Minakami. En el Takaragawa Onsen nos pudimos baniar al aire libre, entre la nieve, y relajarnos mientras contemplabamos el paisaje. Ay, los onsen, que gran invento de los nipones!
Ahora estamos en Kyoto, pero eso lo dejamos para otra cronica.
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