Iorana Rapa Nui

El comienzo del 2009 lo hemos pasado en Isla de Pascua. Es una isla mucho más pequeña de lo que esperábamos y literalmente en medio de la nada. Está a cinco horas de vuelo desde Santiago de Chile en medio del Océano Pacífico. 

Sus habitantes son muy amigables y nada más aterrizar te reciben con un ¨Iorana¨ (hola en idioma Rapa Nui) al tiempo que te ponen una collar de flores. La isla es todo roca volcánica y está llena de Moais, que son las famosas esculturas de piedra que representaban a los ancestros de las tribus que vivían en la isla. Muchos de ellos están restaurados y se les puede ver imponentes de pie sobre su ahu (pedestal) y llevando el pu kao (especie de sombrero que representa el peinado). 

Estos días había mucho movimiento por todas partes, y es porque sus habitantes se estaban preparando para el Tapati o festival anual que se celebrará a finales de Enero. Son dos semanas de fiesta, demostraciones de la cultura, bailes, taller de esculturas, etc. y al parecer la población de la isla  se duplica con los turistas durante ese tiempo.

Esta isla perdida sin duda tiene algo de especial, de mágico. Hay un lugar cercano a la costa al que llaman el ¨ombligo del mundo¨ (te pito te henua). Es una piedra redonda sobre la que pones las manos y pides un deseo. Cecilia, nuestra anfitriona en Rapa Nui, nos explicó que los antiguos Rapa Nui creían que era el ombligo del universo, y que desprendía una especie de energía positiva. De hecho, en la carretera que lleva hacia este lugar, si paras el motor del coche a pesar de estar cuesta arriba, el coche comienza a moverse. Vosotros seguros que estareis escépticos no? Eso mismo pensábamos nosotros hasta que pudimos experimentar en directo que lo que nos contaba era totalmente cierto. Nuestro coche comenzó a subir una pendiente en dirección a este lugar a pesar de que el coche estaba parado!

Los Reyes Magos, a pesar de estar tan lejos, nos dejaron un día de playa fantástico. Alquilamos una vespa y, al más puro estilo vacaciones en Roma, nos fuimos a pasar el día a Anakena, la única playa de arena finísima en toda la isla, rodeada de palmeras, Moais y un agua cristalina. Todo un lujo. Al atardecer nos pasamos de nuevo por uno de nuestros lugares favoritos Rano Raraku, la montaña que era la cantera de donde extraían y tallaban los Moais. Está llena de ellos, y estar allí simplemente al atardecer es precioso. 

Otro de los días, en esta misma playa, vimos a un grupo bailando los bailes típicos de la isla. También hemos probado el Curanto, una comida local que se asa enterrada en barro en el suelo, a base de pescado, carne y un delicioso pastel de plátano llamado Poe.

Nos despedimos con mucha pena de Isla de Pascua porque nos ha encantado. Hubiéramos querido quedarnos un poco más (nos está pasando con cada sitio que visitamos!), pero tenemos que continuar nuestro camino. 

Ahora estamos en Santiago de Chile descansando. Hemos visto la ciudad, la casa de Pablo Neruda en Isla Negra y también la ciudad de Valparaíso (hemos coincidido con el Dakar). Hoy domingo partimos hacia Nueva Zelanda.

Nos vamos con mucha pena de Latinoamérica. Ha sido un continente que nos ha fascinado y al que esperamos volver para visitar los muchos sitios que aún nos quedan por recorrer.