Cada uno de ellos con un paisaje distinto y muy muy bonitos.
En Yosemite a medida que te vas acercando al parque tienes ante tí toda una vista impresionante del valle. No podíamos dejar de mirar a un lado y a otro de la carretera viendo una u otra cascada, paredes verticales de piedra altísimas como la de El Capitán que nos dejaron con la boca abierta, o simplemente el espectáculo de los colores del otoño. Lo que se suponía que tenía que ser un recorrido más o menos rápido se hizo mucho más largo porque fuimos parando en los numerosos point view que hay para sacar mil fotos.
En Kings Canyon hicimos un recorrido panorámico siguiendo el cauce del rio dentro de un valle muy profundo que lo formó un glaciar hace muchos millones de años. En esta época no suele haber mucha gente y sólo nos cruzamos un par de coches. Parecía que estuvieramos solos en todo el valle en medio de la naturaleza.
Por la noche llegamos al Sequoia National Park, que como su nombre indica esta lleno de Sequoias, unos árboles gigantescos que sólo se encuentran aquí. Como hacia mucho frio y empezaba a llover tuvimos que hacer noche en uno de los hoteles en medio del parque.
Nuestra sorpresa ha sido mayúscula esta mañana cuando nos hemos despertado en medio de un paisaje más propio de los alpes Suizos. Si el parque ya era bonito en sí, con la nieve y el sol brillando aún mucho más. Al igual que en los otros parques, hemos hecho un par de trekkings cortitos. En uno de ellos vimos el árbol más grande del mundo en volumen: General Sherman. También subimos a Moro Rock, un monolito en la cumbre (a 2000 metros y 400 escalones para llegar a la cima) desde el que se divisan unas vistas magníficas.
Esta vez no hemos visto osos aunque abundan por la zona, pero sí nos hemos encontrado con una especie de lince pequeño y un par de zorros buscando comida como el de la foto.
Ahora estamos a la entrada del Death Valley. Os seguiremos contando.
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